Compartir

“Los grandes lideres no nacen, se hacen. Y se hacen justo como todo lo demás, a través de trabajo duro” – Vince Lombardi

Si has leído algo de formación de liderazgo, es difícil no haberte topado con el trabajo de Marshall Goldsmith. Ha sido el co-autor o editor de más de 35 libros y es considerado el principal autor de liderazgo y coach ejecutivo mundial.

Uno de los pilares de su libro más popular, What got you here won’t get you there, es la lista de 20 malos hábitos de liderazgo; muletillas muy comunes entre triunfadores y que tienden a limitar su potencial.

Esta es una reflexión sobre los 20 malos hábitos que están impidiendo que llegues al siguiente nivel.

 

20 hábitos que te impiden alcanzar el éxito: retos y cómo superarlos

 

1. Ganar demasiado

La necesidad de ganar a toda costa y en toda situación, incluso cuando ganar realmente no importa y no es relevante en el momento. Goldsmith observa que la competitividad excesiva; el deseo de ganarle siempre a los demás “es la base de casi todos los problemas de comportamiento”.

No todo es una competencia; algunas veces “perder” o sencillamente no ganar, puede ser lo mejor para todos los involucrados, o para ti. Date cuenta de que ganar no lo es todo y lo más importante es elegir bien tus batallas.

 

2. Agregar demasiado valor

El deseo incontrolable de dar nuestra opinión en toda discusión. “Es extremadamente difícil”, observa Goldsmith, “para las personas de éxito escuchar a otras personas decirles lo que ellos ya saben sin comunicarle a alguien que (a) ‘ya sabían eso’ y (b) ‘conocen una manera mejor’ ”. El error de este tipo de comportamiento es que mientras quizá mejora un poco la idea, disminuye drásticamente el compromiso de la otra persona con esta.

Aportar valor siempre a las ideas de tus subordinados y colaboradores puede afectar su integridad y reducir su compromiso general. Cuando alguien te plantea sus ideas, agradece y déjales seguir adelante con ella. Guarda tu opinión para cuando tengas algo realmente significativo que aportar.

 

3. Juzgar a los demás

La necesidad de calificar a los demás e imponer tus estándares en ellos. Muchos argumentos innecesarios resultan de percepciones equivocadas y juicios sin hechos que los respalden. Goldsmith recomienda pedir ayuda a alguien que cobre una multa cada vez que juzguemos a alguien innecesariamente.

Especialmente cuando se trate de pedir la opinión de los demás, la única respuesta apropiada es “Gracias”. Goldsmith lo dice mejor cuando nos reta a “ser el Suiza humano y responder con completa neutralidad”.

 

4. Hacer comentarios destructivos

El sarcasmo innecesario y los comentarios agudos hacia otros, que creemos que nos hacen “ingeniosos”. “Las personas olvidaran lo que dijiste, pero nunca olvidaran como las hiciste sentir”. Aunque tu creas que tus “chistes” son inofensivos, los demás pueden no tener la misma percepción y la percepción, es al final la realidad.

Antes de abrir la boca, pregúntate ¿esto ayuda? No es importante si lo que vas a decir es o no verdad; lo importante es si vale la pena decirlo.

 

5. Empezar con “no”, “pero” o “sin embargo”

El uso excesivo de estos calificadores negativos que le dicen secretamente a todos “yo estoy en lo correcto y tu estás equivocado”. Goldsmith nos enseña a poner especial atención a lo que sucede al utilizar estas palabras, “verás cómo las personas utilizan estas palabras como forma de ganar o consolidar su poder ante otras personas. También notarás cuánto resienten estas palabras los demás, ya sea de forma consciente o no y cómo se reprimen en lugar de darle apertura a una discusión que añada valor al tema”.

Con el tiempo, estos negativos se suman para convertirse en problemas mayores. De la misma manera que hacer comentarios destructivos, esto afecta negativamente tus relaciones y causa que las personas estén menos dispuestas a acercarse a ti para asuntos futuros. Sé consciente de tus calificadores. Detén la necesidad de defenderte o a cualquier otra persona o cosa y simplemente déjalo ir.

 

6. Decirle al mundo cuan inteligente eres

La necesidad de mostrar a las personas que somos más inteligentes de lo que creen.

Antes de hablar, pregúntate, ¿Algo de lo que voy a decir agrega valor? Somos parte de una organización para generar valor; no gastes tu aliento si no estás ayudando a los demás.

 

7. Hablar cuando estás enojado

Usar la volatilidad emocional como herramienta gerencial.

El estigma de ser alguien explosivo e irritable te seguirá durante toda tu carrera. El libro menciona una antigua parábola budista acerca de un pescador navegando, cuando otra embarcación se dirige hacia su lancha. El pescador le grita a la otra lancha, solicitando que cambien la dirección y aun así las embarcaciones chocan. Cuando el caos termina, el pescador se da cuenta de que la otra lancha estaba vacía. La moraleja de la historia es que “nunca hay nadie en la otra lancha, siempre estamos gritándole a una embarcación vacía”.

Muérdete la lengua antes de hablar cuando estés enojado… “si permaneces callado, no puedes quedar como un tonto, ni generar enemistad con alguien más”.

 

8. Negatividad o “Déjame explicarte porque eso no va a funcionar”

La necesidad de compartir nuestros pensamientos negativos incluso cuando no nos preguntan.

Esto daña tus relaciones en general e invita a los demás a no compartir contigo sus ideas.

Modifica tu proceso de pensamiento. Date cuenta de que tu negatividad está arruinando la energía de las iniciativas de otros, así que permanece en silencio y déjalos intentar. Impulsa a los demás a intentar sus ideas, puede que fallen, pero eso los ayudara a avanzar.

 

9. Retener información

El negarse a compartir información para mantener una ventaja sobre los demás.

Esto reduce la lealtad de tu equipo, ya que no pueden ayudar si no saben cómo.

Este mal hábito puede ser algo que se hace sin malas intenciones. En esos casos Marshall Goldsmith dice: “Hacemos esto cuando estamos demasiados ocupados para llamar a alguien que necesita la información solicitada, la cual es de gran valor para el que la solicita. Hacemos esto cuando nos olvidamos de incluir a alguien en nuestras reuniones o incorporarlas en nuestras discusiones. Hacemos esto cuandoa delegamos una tarea nuestros subordinados, pero no nos tomamos el tiempo de mostrarles exactamente como queremos que esta se ejecute”.

¡Empieza a compartir! Puede que no estés haciendo esto apropósito, así que toma acción y haz la comunicación más prominente. Utiliza briefs diarios, anuncios grupales, o lo que sea necesario para hacer que la información fluya.

 

10. No reconocer a los demás

La inhabilidad de dar cumplidos, felicitaciones y premiar a los otros.

Imagínate en una posición donde nuca recibes una palmada en la espalda. Si tu trabajo está constantemente no siendo reconocido o notado, te sentirás como si lo que estás haciendo no tuviera valor ni sentido. Esto puede resultar en trabajo de menor calidad en el futuro.

Crea el hábito de dar las gracias, apreciar y reconocer el trabajo de alguien cada día. Cuando abres los ojos a la excelencia, la notaras mucho más. Da un paso más y extiende tu reconocimiento hacia los demás, frente a sus compañeros.

 

11. Reclamar crédito que no merecemos

La más molesta manera de sobreestimar nuestras contribuciones a cualquier éxito.

De manera similar al mal hábito 10, si no estás compartiendo el crédito con tu equipo, comenzaran tarde o temprano a resentirlo y la calidad del trabajo sufrirá cuando esto suceda.

Cada vez que te das una palmada en la espalda, asegúrate de agradecer a al menos otra persona por aportar en ese éxito. Te darás cuenta de que incluso con los éxitos que te mereces, siempre hay otros que te ayudaron a llegar ahí.

Marshall Goldsmith recomienda realizar una lista de todas las veces que mentalmente nos felicitamos a nosotros mismos durante el día, para revisar la lista y confrontar sí realmente merecíamos todo el crédito que nos asignamos.

 

12. Dar excusas

La necesidad de reposicionar nuestros comportamientos molestos como características permanentes para que la gente nos excuse por ellos.

Hacemos esto, de forma frontal, al acusar de nuestras faltas al tránsito, a la secretaria, o transfiriéndolas hacia algo o a alguien más, pero no admitiendo nuestra culpa de forma directa; y de forma sutil, con comentarios de auto desprecio sobre nuestra heredada tendencia a llegar tarde, o a dejar para más tarde las cosas, o a perder los estribos, que envían el mensaje: “Esa es mi forma de ser”.

No podemos progresar realmente, si damos excusas por nuestras acciones.

La próxima vez que te auto critiques diciendo “soy pésimo para xyz” pregúntate ¿Por qué? Y has algo al respecto.

 

13. Aferrarse al pasado

La necesidad de desviar la culpa de nosotros, hacia eventos y personas de nuestro pasado.

Marshall Golsmith nos comparte que “Entender el pasado es perfectamente admisible si tu intención es aceptar el pasado. Pero si tu intención es cambiar el futuro, el entender el pasado no te llevará allá”. Goldsmith hace notar, que demasiadas veces nos aferramos al pasado porque nos permite culpar a otros por las cosas negativas que nos han sucedido.

Este hábito nos resta credibilidad con nuestros compañeros y subordinados. Estar estancado en el pasado no permite progreso hacia el futuro.

Reflexiona en el pasado y úsalo para entender. Date cuenta de que esta reflexión no crea cambio.

 

14. Tener favoritos

No darnos cuenta de que estamos tratando a alguien injustamente.

Este comportamiento crea el ”amiguismo” en la oficina; el recompensar a tus favoritos sólo crea líderes “cabeza hueca”.

Cuando las personas empiezan a notar que no están siendo tratados de la misma manera que los demás, se sentirán desanimados. Este hábito puede incluso hacerte perder algún miembro del equipo.

Trata a todos como iguales.

 

15. Negarse a expresar arrepentimiento

La incapacidad para asumir la responsabilidad de nuestras acciones, admitir que estamos equivocados, o reconocer cómo nuestras acciones afectan a los demás.

Cuando dices “lo siento”, haces que las personas se convierten en tus aliados. No tengas miedo de expresar arrepentimiento y pedir disculpas. Admitir nuestros errores es incluso noble. Las personas respetan a quienes toman responsabilidad por sus propias acciones.

 

16. No escuchar

La forma más pasiva-agresiva de faltarle al respeto a nuestros colegas.

Este comportamiento dice: “No me importa lo que dices”, “No te entiendo”, “Estas equivocado”, “Eres un estúpido”, “Me haces perder mi tiempo”.

Las personas notan este tipo de falta de respeto y la mayoría comienza a responder de la misma manera hacia ti. Nada se puede conseguir con este modelo de comunicación (falta de la misma).

Deja de demostrar tu impaciencia y pon atención. ¡Quizá aprendas algo!

 

17. No expresar gratitud

La forma más básica de malos modales.

Marshall Goldsmith nos comparte que “La gratitud no es un recurso limitado y tampoco es costoso. Es tan abundante como el aire. Nosotros lo inhalamos, pero se nos olvida exhalarlo”.

Este mal hábito baja la moral de los equipos, así como sus niveles de satisfacción.

Goldsmith recomienda romper el hábito de no dar las gracias, agradeciendo a todas las personas que uno pueda, tantas veces como sea necesario y posible.

 

18. Castigar al mensajero

La equivocada necesidad de atacar a inocentes que usualmente sólo están tratando de ayudarnos.

Tus colegas estarán cada vez menos dispuestos a brindarte información en el futuro. Estarás navegando en la oscuridad y perderás la confianza de quienes fueron antes tus leales colegas.

Cuando alguien te comparta algo que te produzca emociones no placenteras, dale las gracias y sigue adelante.

 

19. Transferir la responsabilidad

La necesidad de culpar a todos menos a nosotros mismos.

“Este es la falta de comportamiento por la cual nosotros juzgamos a nuestros líderes – tan importante atributo negativo como son positivas las cualidades: inteligencia, coraje y creatividad”.

Este hábito hará que seas conocido como la persona que culpa a los demás de sus errores y nadie querrá trabajar contigo, mucho menos para ti.

Acepta que eres humano y cometes errores, no tengas miedo de reconocerlos. La infalibilidad es un mito, nadie espera que seas perfecto todo el tiempo.

 

20. La excesiva necesidad de ser “yo”

Exaltar nuestras fallas como virtudes simplemente porque son lo que somos.

Es importante reconocer que nuestras fallas no son virtudes, aunque estén muy integradas en nuestro comportamiento. Tienes que ser responsable y llegar a la raíz para modificar estos comportamientos.

Pregúntate, ¿soy realmente así, o es solo una excusa?

Marshall Goldsmith incluye otro mal hábito como bono:

Obsesión por alcanzar metas, o “absorbernos tanto en nuestra trayectoria que perdemos nuestro camino y el norte del porque estamos trabajando tan duro y lo que verdaderamente importa en la vida”.

Para resumir:
Si no estás seguro de qué decir, simplemente di “Gracias” y sigue adelante. Una actitud de gratitud puede llevarte lejos y transformarte no sólo a ti, sino también al mundo que te rodea.

Si te reconoces en algunos de estos malos hábitos y eres un líder consciente de la necesidad de alcanzar la excelencia, te invito a conocer un programa comprobado para orientar tu proceso de mejora continua: descarga mi guía “Coaching Ejecutivo Para Líderes – Para líderes exitosos que quieren conseguir resultados aún mejores” y conoce más sobre el coaching ejecutivo y su potencial para acelerar tu proceso de mejora.

Compartir