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Todos experimentamos reacciones emocionales. A veces no es un gran problema, pero otras veces, pueden causar un efecto dominó. Es importante controlar las emociones en el trabajo para evitar consecuencias negativas.

Es posible que tu jefe no acepte esa excelente idea que has propuesto y te sientas decepcionado. Quizás has tenido un conflicto con un compañero de trabajo y sientes ira. Podrías irritarte cuando un cliente se queja. Es normal experimentar todo tipo de emociones, pero algunas de las reacciones emocionales pueden tener efectos negativos en el trabajo.

Saber cómo manejar tus emociones es útil en todas las áreas de tu vida, pero controlar las emociones en el trabajo es crucial por varias razones. La razón principal es que, no ser capaz de controlar el genio, puede llevarte al despido. Los empleados que tienen la capacidad de trabajar bajo presión sin tener una reacción emocional negativa suelen durar más en la misma empresa. Aprender a controlar las emociones de la manera correcta aumentará tu empleabilidad y te convertirá en un mejor líder. Desarrollar la inteligencia emocional es clave para un buen liderazgo.

¿Es posible controlar las emociones?

En sí controlar las emociones no es posible. Una emoción aparece sin que podamos evitarla, pero lo que sí podemos hacer es permanecer en ella o cambiarla. A su vez, también podemos controlar lo que hacemos, nuestra reacción y actuaciones.

Así que cuando hablamos de controlar o manejar emociones, en realidad estamos hablando de controlar o manejar nuestras reacciones emocionales.

Cómo controlar las emociones en el trabajo

Sigue estos consejos sobre cómo controlar las emociones en el trabajo o mejor dicho para manejar tus reacciones emocionales.

Presta atención a tu lenguaje corporal

Tu cuerpo generalmente sabe qué y cómo te sientes antes de que tú mismo seas consciente de ello. Si tu cuerpo te da señales de que algo no está bien, presta atención a las pistas: al aumento del ritmo cardíaco, a un nudo en el estómago, a las palmas sudorosas, a las manos temblorosas, etc. Reconoce los síntomas antes de que se convierta en un arrebato que te ponga en una situación embarazosa.

Identifica tu emoción

En un ambiente de trabajo normal, pueden darse muchas emociones, sin embargo, las investigaciones han identificado estas cinco emociones cómo las más comunes en el lugar de trabajo:

  • Ira: en el lugar de trabajo la fuente más común de ira son los conflictos interpersonales y el trato injusto.
  • Envidia: la envidia generalmente se debe a la percepción de una distribución injusta de recompensas dentro de un departamento, equipo u organización.
  • Miedo: el miedo es una emoción contraproducente, principalmente como resultado de la incertidumbre laboral o del comportamiento de un supervisor o compañero de trabajo.
  • Culpabilidad: la culpa es una emoción que las personas experimentan porque creen que han causado daño. En el lugar de trabajo, esto puede ser causado por no terminar una tarea, o porque de alguna manera hemos ofendido a un colega.
  • Desamparo: el desamparo o la desesperanza se experimenta cuando te preocupa tu carrera y hacia dónde te diriges.

Prueba el “por qué”

Si tienes hijos, sabes lo importante que es el “¿por qué?” Preguntarte el “por qué” te hace profundizar más y llegar al núcleo de las cosas. Entonces, una vez que hayas identificado que te sientes enojado, pregúntate “¿por qué?”. Por ejemplo, ¿por qué esto me enoja?, porque tengo una fecha límite para terminarlo, ¿por qué es esto importante para mí? porque si no envío mi informe a tiempo, mi jefe no me verá como un buen empleado.

Percepción es realidad

Esta es la parte más difícil de manejar las emociones, ya que requiere que cuestiones tu percepción del mundo que te rodea. Imagina que tu jefe entra por la mañana en la oficina, le dices “Buenos días”, pero él ignora tu saludo. Tu percepción del evento definirá cómo te sientes y cómo reaccionas; por lo tanto, si piensas que tu jefe no te saludó porque está molesto contigo, es más probable que pases el día preocupado. Sin embargo, esta puede que no sea la razón de su comportamiento.

Puede que simplemente estuviese ensimismado en sus propios pensamientos y no te haya escuchado, o que haya tenido un mal comienzo de día y que no tenga ganas de hablar con nadie. Si ese fuera el caso, ¿no es cierto que cambiaría la forma en que te sientes?

Convierte en un hábito cuestionar tus percepciones de los eventos y el comportamiento de otras personas. Observa cómo sus resultados afectan a tus acciones.

No reacciones de inmediato

No importa lo molesto que estés, responder a cualquier situación en caliente nunca es buena idea. Intenta separarte de la situación y piensa si tu respuesta instintiva es la más adecuada.

En su lugar, tómate tiempo para relajarte, desasociarte de la situación y preparar una respuesta que te permita tener el control.

Si estás respondiendo a un correo electrónico, redacta el texto y luego vete a almorzar o tómate un descanso. Cuando vuelvas, verás si te sientes de la misma manera y si ese correo electrónico es realmente la mejor respuesta. Lo más probable es que cambies su redacción antes de enviarlo.

Por último, pero no menos importante, si estás respondiendo a una persona que es muy emocional, una buena estrategia es dejar que hable. Escucha lo que tiene que decir y entiende sus emociones aunque no necesariamente estés de acuerdo. Cuando vayas a responder reconoce sus emociones, por ejemplo: “Veo que estás enojado porque no recibes el apoyo que necesitas de …” Guía la conversación para encontrar una solución y si la otra persona parece estar perdiendo el control de sus emociones, pídele que se tome un descanso y reanuda la conversación más tarde.

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