Compartir

Simplemente no hay excusas para dar excusas en el trabajo – o en ningún otro lugar.

Cuando llegas tarde a una cita y te escuchas a ti mismo diciendo “Lo siento, llegue tarde porque el tráfico estaba terrible,” detente en “Lo siento”. Culpar al tráfico no te exenta del hecho de haber dejado a la gente esperando. Deberías haber salido más temprano. Ciertamente no tendrás que disculparte por: “Lo siento, llegué temprano, pero salí demasiado temprano y el tráfico avanzaba muy bien”

Si el mundo funcionara así, no habría excusas.

Me gusta dividir las excusas en dos categorías: La mitigante y la sutil.

Excusa mitigante

La mitigante, “El perro se comió mi tarea” esta excusa suena algo como: “Lo siento mucho pero no llegue al almuerzo, porque mi asistente lo agendó para el día incorrecto en mi calendario”

Traducción: “Como puedes ver no es que olvidara el almuerzo, no es que no te estime tanto como para que el almuerzo contigo fuera imperdible y lo más destacado de mi día. Es solo que mi asistente es una inepta, culpa a mi asistente y no a mi”

El problema con este tipo de excusa es que rara vez nos salimos con la nuestra – y difícilmente es una estrategia de liderazgo efectiva. Después de revisar miles de informes de retroalimentación 360 grados, tengo una noción de cúales son las cualidades que más respetan, los subordinados directos de sus líderes, y cuáles no. Nunca he visto retroalimentación alguna que diga, “Pienso que eres un gran líder porque amo la calidad de tus excusas”, o “Pienso que lo arruinaste, pero realmente me hiciste cambiar de opinión cuando me diste esa excusa”

Excusa sutil

Las excusas más sutiles aparecen cuando atribuimos nuestros fracasos a alguna característica genética que aparentemente está alojada en nuestros cerebros. Hablamos de nosotros mismos como si tuviéramos defectos genéticos permanentes que nunca pudieran ser alterados.

Seguramente has escuchado estas excusas y probablemente has usado alguna de ellas: “Soy impaciente” “Siempre dejo todo para el ultimo” “Siempre he tenido mal genio”

Habitualmente, estos explicativos enunciados van acompañados de: “Lo siento, pero así es como soy”.

Es impresionante lo seguido que escucho otras cosas más brillantes. Gente exitosa obstinadamente hace comentarios de autocrítica. Este es un arte muy sutil, en efecto, ellos se estereotipan a sí mismos y usan eso como excusa para su inexcusable comportamiento.

Nuestro estereotipo personal frecuentemente viene de historias o nociones preconcebidas acerca de nosotros mismos que han sido preservadas y repetidas durante años, a veces desde la infancia. Estas historias pueden tener pocos o ningún fundamento, pero marcan nuestras mentes y establecen bajas expectativas que se vuelven gratificantes profecías.

La próxima vez que te escuches a ti mismo diciendo. “Lo que pasa es que no soy bueno en…” pregúntate a ti mismo, “¿Por qué no?”

Esto no solamente se refiere a nuestras aptitudes matemáticas o mecánicas, sino que también aplica a nuestro comportamiento. Excusamos nuestros retrasos porque hemos estado llegando tarde todas nuestras vidas, y nuestra familia, amigos y colegas nos dejan salirnos con la nuestra.

Estos no son defectos genéticos, no nacimos de esta forma y no tenemos que ser de esta forma.

Si dejamos de excusarnos a nosotros mismos, podemos mejorar en casi todo lo que sea que escojamos.

Descarga gratis el ebook Coaching ejecutivo para líderes y sigue desarrollando tus habilidades profesionales y personal para ser un lider todavía más exitoso. No hay excusas para no hacerlo.

Compartir